lunes, 16 de abril de 2012

Origen de la vida Monacal



Mi aporte personal sobre los videos es el siguiente:

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La vida monástica en la Iglesia se presentan desde principios del siglo IV hasta nuestros días como un impulso vocacional de aquellos que desean dedicarse totalmente a una comprensión más profunda y una observación completa de los mandamientos y  de los consejos de Cristo de las que se exigen a los que profesan simplemente la religión cristiana. 
Este concepto cristiano ha sido vivida en diferentes intensidades, es decir, por grupos o clases reconocidos, aunque nacida de la experiencia en otros aspectos de la vida humana siempre ha estado en constante controversia tanto por los historiadores como por los que han pretendido una interpretación directa y concreta de la vida monástica basada en las letras literales de la Sagrada Escritura. Unos han querido explicar y aplicar una sola espiritualidad a los primeros monjes, considerando como una fuente de renovación interior y de seguimiento radical para una vivencia de perfección; en cambio, otros consideran la vida monástica como contraria al espíritu cristiano de hermandad y libertad.

La vocación monástica, como movimiento o como establecimiento de un modo determinado de vida para una clase de hombres, era sin duda desconocida en la Iglesia cristiana, es por eso que surge una interrogante ¿fue en realidad una forma totalmente nueva de vida cristiana o sólo se realizó alguna copia de corrientes de la época? Esta experiencia de vida de los primeros monjes tiene algo de la corriente judía, sin embargo, es tan original porque los ideales primitivos son tan claros: deseaban vivir en perfección. Los primeros monjes se alejan de mundo para realizar más intensamente su experiencia mística. Llegar a ser monje exigía previamente una conversión: un llamado divino.

Ahora bien, elegir una vida eremítica se presenta como una respuesta dada a una llamada percibida en el interior. Es una elección. Vivir en el desierto no significa solamente vivir sin los hombres, sino vivir con Dios y por Dios. Ésta soledad exige el aprendizaje del perfecto silencio. Después de haber dejado el mundo exterior, el solitario debe afrontar el mundo interior, más bullente que el mundo de fuera. Este mundo de adentro es totalmente ignorado por aquel que vive en la acción. Este no sabría percibir la ebullición de sus pensamientos y de sus deseos, la amplitud de sus constantes repliegues sobre si mismo sino es por amor a la perfección. Es preciso recordar que el enemigo del monje se aloja en él y no fuera de él.

En nuestra actualidad la mayoría suele criticar la vida de los primeros monjes del desierto, pero en realidad ¿cómo eran sus vidas? Indudablemente no era una vida de completo reposo, era una lucha, una vigilancia continua contra las agresiones del demonio. Los espíritus del mal estaban esparcidos por todas partes y son como los seres humanos en el sentido que cada uno tiene su propio carácter y sus intenciones. Además como todo hombre tiene su ángel bueno, debe cuidarse de su ángel malo, el cual está esperando el momento propicio para hacerlo caer. Por lo tanto el monje, el cual está en el camino de la perfección debe luchar contra los ataques del demonio, el cual se manifiesta en forma de tentaciones. Para estas manifestaciones demoníacas o tentaciones el monje debía estar preparado. Conocer las Sagradas Escrituras y practicar fervorosamente la oración eran formas de combatir estos embates del mal. Pero eso no es tan fácil ya que el camino que ha de recorrer para lograr la perfección, la similitud a Jesús, es muy largo y duro. Está en las manos del monje procurarse la defensa contra las agresiones demoníacas, el monje con la pureza de corazón que ha ido adquiriendo, con la tranquilidad de espíritu puede ir aplacando las tentaciones.

Otra forma de mantener las tentaciones alejadas son mortificando el cuerpo, la vía más común eran los ayunos excesivos, con los cuales pretendían una prudencia en todo sentido, aunque fuera atentando contra su propia salud.
Así se daba la vida del monje en el desierto durante los primeros siglos del monacato cristiano. Diversas formas de alcanzar la perfección, pero todas encaminadas hacia un único objetivo, que era lograr una vida parecida a la de Jesús.[1]

La historia primitiva de los monjes es una respuesta de vida radical a los diferentes enfriamientos de algunos miembros del cristianismo, no olvidando las diferentes intenciones políticas que algunos tenían e incluso los medios de escape que algunos optaban de la sociedad.


[1] Fliche- Martín. HISTORIA DE LA IGLESIA.  Volumen III. EDICEP. Valencia. 1978. pp. 355.




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